Tan pronto como hay por las cercanías una mujer con la costumbre de bajar los ojos con aire pudoroso, meditabunda, algo tímida o bien retraída, ahí estoy yo echándole los tejos: no puedo resistirme al hado. Y es que s cómo llegar a su fibra sensible: es como un instinto.
A fin de que suceda la erección, es esencial la acción de las arterias, las venas y los nervios que llegan al pene desde lo profundo de la pelvis, siguiendo un recorrido durante la zona perineal, que es el área comprendida entre la zona anal y la base del escroto o bien bolsa testicular.
Pon una sonrisa en tu cara. No una sonrisa demasiado amplia y forzada. Una sonrisa afable, que indique buena actitud. En el momento en que te saludan con una sonrisa sincera el mensaje que recibes es de verdad me alegro de verte, aunque no se afirme verbalmente.
Y es ahí donde brota una enorme sorpresa: los estudios son claros en mostrar que, en el hombre sano, la sexualidad se deteriora en etapas muy tardías de la vida, prácticamente siempre y en todo momento después de los ochenta o más años.
Verdaderamente no sé si vales el ahínco, puta. No hay muchas oportunidades que esté presto a darte. Como castigo por tu desobediencia, quiero los dos botones superiores de tu vestido desabrochados. ¡Ahora!
Es un tema de conveniencia. ¿Qué es lo que querés resguardar? ¿Tu sexo o tu relación con tu pene? A lo mejor el problema es tuyo y lo tenés que solucionar por tu lado. ¿Alguna vez lo probaste fuera de casa?
En los próximos textos se sugerirán reglas de conducta en diversos lugares y situaciones, que tienen como finalidad ayudar a una persona a comportarse de la mejor forma y como corresponde en determinadas ocasiones en las que es preciso actuar de la manera acomodad
Este tipo de infidelidades son muy comunes en relaciones donde la pasión ha dejado de existir, donde la química desapareció, donde ya no son compañeros sexuales, donde uno de los 2 siente la falta de algo, y es ahí donde estas personas procuran ese algo en otro lugar.
Las cortesanas [más distinguidas] que viven de su belleza destinen lo que sobrepasa de sus ganancias para cubrirse de joyas, construirse una casa suntuosa y amueblarla espléndidamente con muebles de gran valor y con servidumbre.
Ningún teólogo objetaría delimitar esta experiencia como un auténtico infierno en el sentido más literal de la palabra. A este infierno en el que estos diablos viven, arrastran a sus víctimas haciéndoles probar lo que he denominado el AMOR ZERO.
