
Sekharapidayojana arte de colocar prácticamente la corona en la cabeza
Un duende, o bien quizá el maligno en persona, recomendó a Fulanito encontrar por su cuenta nuevos puntos que fortalecieran el optimismo y se dedicó a rozar suavemente los lóbulos de las orejas, consiguiendo varios ¡ah! como respuesta.