
Esa es, en verdad, la prueba del algodón de nuestra restauración sensible
Puestos de este modo, el hombre, que asimismo está puesto de rodillas, puede presionar el rostro de la mujer para eludir que se levante. Colocada de esta manera, la mujer tiene sus posaderas en pompa, y sus genitales están completamente ofrecidos al lance del hombre, que la penetrará desde atrás.